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miércoles, 23 de abril de 2014

30 años ya...

Hola a todos,

¿Recuperados ya de la Semana Santa? Yo aun estoy en ello.

Hoy quiero compartir con vosotros que, hoy hace treinta años, recibí un maravilloso regalo, mi hija. Aun no me creo que tenga esa edad.




Es mi hija mayor y con ella pagué todas las novatas. Igual que en su día dije que mi hijo nació feísimo, mi hija nació guapísima. Es más aun no he visto una recién nacida más guapa que ella. Y no penséis que es pasión de madre, porque como he dicho antes, reconozco que mi “bother” nació feísimo.

Recuerdo perfectamente cuando me dijo el médico que, aunque tenía mucha tripa, iba a tener un bebé pequeñito y de poco peso. Así que cuando nació mi muñeca y mi madre me la enseñó, no me podía creer. Ese bebé regordete, 3,850 kilos, y 52 centímetros, era mi niña. Con esa piel tan suave, sonrosada, perfecta y guapísima. Aun conservo el tacto de su piel tan suave y delicada.

Cuando nació vivíamos en Barcelona, pero ella nació aquí en Sevilla por expreso deseo de su padre. Con lo cual tuve que pasar todo el embarazo y sus primeros meses lejos de mi madre y mi tierra, y eso hizo que me uniese mucho a ella.



Gracias a Dios puedo presumir de tener unos hijos maravillosos a los que quiero con toda mi alma.  Y al contrario que hace mes y medio, que estaba triste por no poder celebrar el cumpleaños de mi hijo con él, hoy estoy feliz porque el cumpleaños de mi hija sí lo vamos a celebrar juntas.

Felicidades chata, te quiero.



Gracias a todos por permitirme esta pequeña licencia para mi hija.
Besos y hasta la próxima.




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