miércoles, 16 de abril de 2014

Becarios de ama de casa

Hola a todos.

¿Habéis visto las películas el club de las primeras esposas y el club de las segundas esposas? ¿No os falta el club de las pre-esposas? Pre-esposas o cualquier persona que empiece desde cero a hacerse cargo de las tareas del hogar. Yo fui una de esas personas. Me casé muy joven y no sabía ni freír un huevo, literalmente, y metía la pata en las tareas domesticas cada dos por tres.







 Yo era la típica joven que estudiaba y en casa ayudaba a mi madre de vez en cuando, pero siempre intentaba escaparme. Nunca necesité hacerme la comida o plancharme nada, siempre conseguía que mi madre o mi abuela me lo hicieran. Así que cuando les dije a mis padres que me casaba, en lo primero que pensó mi abuela era en cómo iba a sobrevivir sin ellos.



‘Hija, enséñale hacer por lo menos unos huevos fritos o poner un puchero. Cosas sencillitas para defenderse. Que la niña se nos va muy lejos a vivir y no vamos a poder ayudarla’. Y mi madre así lo hizo. O al menos lo intentó, porque yo siempre tenía algo que hacer. Cada vez que me decía de me metiese en la cocina para aprender algo o como poner una lavadora y demás tareas, me surgían millones de cosas que no podía posponer. Y llegó el día en el que me fui a mi piso y aterricé sin tener ni idea de nada.




Ahí me di cuenta de que tenía que haber prestado muchísimas más atención. Hice verdaderos desastres. Con el tiempo, me he reído, y me sigo riendo, pero en su momento lo pasaba fatal.

Como no sabía que la pasta aumentaba, cocinaba como si tuviese que alimentar a toda la barriada. Un día fui a poner una lavadora y al poco de arrancar, me vi sumergida en una nube de espuma que salía por todas las juntas de la lavadora. Así aprendí que, aunque sirvan para lavar ropa igualmente, no se puede echar jabón de lavar la lana a mano en la lavadora. 

La mayoría de las camisas de mi marido acaban con mi firma al plancharlas, ¡quién iba a pensar que había que regular la temperatura de la plancha! Y las lentejas, mejor no hablemos de las lentejas.






Y así podría contar una infinidad de historias más. Mi gran amiga L.M. cuando lea este artículo, seguro que le viene a la mente las cartas que le escribía contándole mis meteduras de pata y lo mucho que se reía al leerlas.





Pues desde aquí animo a quien quiera pertenecer a este club, hombre o mujer, que deje en los comentarios sus meteduras de pata y las compartamos. Porque nadie nace sabiendo, y cuando se es joven lo último que apetece es ponerse a aprender cómo funciona la lavadora, pero todos hemos sido becarios de ama de casa.

Muchas gracias a todos los que me seguís, pasad una buena semana santa.

Besos y hasta la próxima.

Estoy enlazando esta receta a la fiesta de enlaces del blog Personalización de Blogs








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